Todo tiempo pasado ¿fue mejor?

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Todo tiempo pasado ¿fue mejor?

“Desde Chillán siempre junto a las familias de Ñuble” señala en su página institucional la empresa chillaneja BlueMix. Nace en la ciudad de Chillán en julio de 1996 como librería. El emprendimiento fue iniciado por una pareja de 60 años. La magra pensión que esperaban recibir al momento de su jubilación los hizo tomar la decisión de emprender, dando así el inicio a una empresa local que ya tiene dos tiendas en Chillán, con una oferta de productos que van más allá de una tradicional librería y con una dotación de 66 trabajadores. Espíritu empresarial impensable para la realidad de los adultos mayores de clase media de hace 50 años.

A principio de la década de los 60s la expectativa de vida de los hombres era de 55 años y la de las mujeres 61 años. A principios de los 70s era de 60 años para hombres y 67 años para mujeres. El sexo masculino marcaba la prevalencia de los jefes de hogar, quienes morían en edad activa de la vida laboral. Le sobrevivían las cónyuges, en su mayoría dueñas de casa, con pensiones miserables. Los ahorros, la casa propia, el vehículo y los enseres acumulados, era el patrimonio que permitía a las mujeres vivir de manera digna. Empero, las enfermedades prevalentes, sobre las cuales no se disponía de tratamientos efectivos y al alcance de los bolsillos, les auguraba una calidad de vida precaria… llena de complicaciones.

En los inicios de la década de los 2020s, la expectativa de vida de hombres y mujeres es muy superior a las señaladas precedentemente. Para los hombres es de 77 años y 83 años para las mujeres. Sin embargo, las expectativas de vida no es el único parámetro que muestran cambios significativos. Según el INE, en los datos censales de 1970 la participación de la población con edad de 65 años y más representaba el 4,8% de la población. En el Censo 2024 la participación aumenta al 14,0%. Es decir, las personas que cumplen 65 años viven 20 años más, están en mejores condiciones físicas y tienen una mejor calidad de vida que sus símiles de los 60s y 70s. Empero, la sociedad actual los sigue jubilando como ocurría hace 50 años. La política pública ha concentrado sus esfuerzos en la PGU (Pensión Garantizada Universal), buscando mitigar una deuda histórica con instrumentos de política tradicionales, sin utilizar nuevas herramientas para una población que envejece.

La sociedad actual tiene el gran desafío y la oportunidad de extender la vida activa de la población adulta mayor. En efecto, una persona de 65 años tiene la capacidad de mantener su vida activa durante al menos un horizonte de 10 a 15 años. Para ello, se requiere abrir espacios en las dimensiones del emprendimiento, la creación intelectual, la academia y el cuidado especializado (al momento de aparecer las primeras señales de reducción de la autovalencia). En Noruega, por ejemplo, la atención a personas mayores se fundamenta en principios de igualdad, solidaridad y justicia social. El gobierno garantiza el acceso a servicios de calidad que promueven la independencia y la participación en la sociedad.

En resumen, la vida no se termina al momento de tomar la decisión de jubilar. Existiendo las condiciones para instalar un ecosistema emprendedor para adultos mayores, no solo podemos ayudar a complementar los bajos ingresos del sistema de pensiones actual sino también, enfrentar la indiferencia social, el abandono y el estar imbuidos en una sociedad de consumo y gastos que no dan tregua con el pasar de los años. En este ámbito, está la oportunidad de que una parte importante de nuestra población pueda reconocer que todo tiempo futuro será mejor.

Columna originalmente publicada en el diario La Discusión