El Ingeniero Comercial USM- Pilar en la sostenibilidad de la pyme chilena frente a la guerra comercial y las tensiones en medio oriente

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El Ingeniero Comercial USM- Pilar en la sostenibilidad de la pyme chilena frente a la guerra comercial y las tensiones en medio oriente

La intensificación de los conflictos en Medio Oriente, especialmente la escalada en la Franja de Gaza y las crecientes tensiones en el estrecho de Ormuz ha generado disrupciones logísticas a nivel global. Estos cambios han impactado directamente los costos del petróleo y otros insumos críticos, afectando tanto a economías desarrolladas como emergentes. A esto se suma el desacoplamiento económico y tecnológico entre Estados Unidos y China, cuya guerra comercial, lejos de disiparse, se ha sofisticado, ejerciendo presión sobre los flujos internacionales de bienes, tecnología y capital. En este contexto global inestable, las pequeñas y medianas empresas chilenas (PyMEs) enfrentan un entorno cada vez más desafiante, marcado por la incertidumbre, la volatilidad de los precios, la dificultad para acceder a insumos y el endurecimiento de las condiciones financieras.

En Chile, estas empresas representan la columna vertebral del aparato productivo nacional. Según cifras oficiales del Servicio de Impuestos Internos (SII, 2023), existen más de 1.508.000 empresas activas en el país, de las cuales el 98,76% son micro, pequeñas y medianas empresas. Este sector empresarial da cuenta de aproximadamente el 63% del empleo formal en el país, aunque su aporte al Producto Interno Bruto (PIB) ronda el 17%, evidenciando una brecha importante entre su peso laboral y su participación económica.

Más preocupante aún es su fragilidad estructural, ya que las empresas citadas tienen una esperanza de vida promedio de solo 11,15 años, en comparación con los 17,67 años de las grandes empresas. Además, concentran el 37,12% de los procesos de liquidación empresarial del año, y enfrentan serios problemas de morosidad, acumulando el 71% de las facturas vencidas no cobradas en el sistema financiero chileno (Fuente: Boomer.cl, 2024).

Estos indicadores no solo reflejan un sector en riesgo, sino también una realidad que requiere respuestas estratégicas urgentes. Las causas de esta vulnerabilidad son diversas, pero una destaca con particular claridad: “la ausencia generalizada de una gestión estratégica de la calidad sólida”.

Muchas PyMEs operan sin planificación formal, sin sistemas de medición del desempeño, sin procesos definidos y sin una cultura de mejora continua. En sectores regulados como la industria alimentaria, farmacéutica o de dispositivos médicos, esta falta de estructura no solo reduce la competitividad, sino que pone en riesgo la continuidad operativa frente a cualquier crisis externa. En estos casos, la calidad no debe ser entendida como una certificación puntual, sino como un sistema integral que atraviesa toda la cadena de valor.

Frente a este escenario, el rol del Ingeniero Comercial de la Universidad Técnica Federico Santa María (USM) adquiere una relevancia estratégica fundamental. Ya no basta con administrar eficientemente recursos escasos: se requiere liderar procesos de transformación empresarial. La formación actual del ingeniero comercial, complementada con sólidas competencias en gestión estratégica de la calidad, marca la diferencia entre una PyME que sobrevive y otra que desaparece. Modelos como ISO 9001: 2015 e ISO 13485: 2016 entre otros, deben ser parte de una praxis profesional orientada a resultados, que permita diagnosticar brechas, implementar mejoras, optimizar procesos y garantizar el cumplimiento de estándares que hoy son condiciones mínimas de operación en los mercados nacionales e internacionales.

La experiencia práctica ha demostrado que, incluso en condiciones adversas, estas empresas pueden alcanzar niveles de excelencia si son guiadas por profesionales con liderazgo técnico y visión estratégica. Es el caso de empresas chilenas que, al institucionalizar la calidad como parte de su modelo de gestión, han podido acceder a nuevos mercados, mejorar la eficiencia interna, fidelizar clientes y fortalecer la reputación organizacional. No se trata únicamente de adaptarse al contexto, se trata de aplicar una metodología proactiva para la optimización de procesos que permita gestionar el cambio de manera oportuna, sostenible y medible.

La actual coyuntura internacional deja en evidencia que las condiciones externas seguirán siendo inciertas, cambiantes e incontrolables para estas empresas. Sin embargo, lo que sí está bajo su control es cómo se gestionan internamente. Por ello, formar ingenieros comerciales con competencias avanzadas en gestión estratégica de la calidad, sumadas a las propias de su disciplina, no solo es una responsabilidad académica, sino una necesidad del país. En un entorno donde todo cambia “precios, regulaciones, tecnología y mercados” una efectiva gestión de la calidad se convierte en la única certeza. Y cuando esta se convierte en parte de la cultura organizacional, se conforma en un pilar sólido capaz de sostener a las PyMEs, incluso en los contextos más adversos.

Formar profesionales con la capacidad de implementar la teoría de la calidad en acción concreta y adecuada para estas empresas es, hoy, un imperativo productivo y ético. Sin una gestión de la calidad institucionalizada, quedan expuestas. Por el contrario, con un sistema efectivo de gestión de la calidad, incluso las empresas más pequeñas pueden competir, resistir y evolucionar. Por esto, hoy más que nunca, la calidad debe dejar de ser un complemento y convertirse en el núcleo estratégico de la gestión empresarial chilena.