Ignacio Barros, ingeniero comercial titulado de la Universidad Técnica Federico Santa María, es el fundador de Cosméticos Kénos, una empresa chilena que desarrolla productos para el cuidado de la piel a partir de ingredientes autóctonos de la Patagonia, como la queratina extraída de la lana de oveja y antioxidantes del calafate. Su propuesta no solo destaca por su innovación biotecnológica, sino también por su firme compromiso con la sustentabilidad.
¿Cómo surgió la idea de Cosméticos Kénos y por qué decidiste trabajar con ingredientes como la queratina y el calafate?

Jamás imaginé que terminaría desarrollando productos de cuidado de la piel. Durante mis años universitarios, mis intereses estaban más ligados a la música: incluso soñaba con tener un estudio de grabación. Estudié ingeniería comercial porque sentía que me daría las herramientas necesarias para emprender cualquier tipo de negocio, fuese cual fuese el rubro.
La idea de Kénos nació cuando un excompañero del colegio, ingeniero en biotecnología, me contactó. Me comentó que había desarrollado un método para extraer queratina desde lana de oveja y creía que podía tener potencial en la industria cosmética. En un principio solo le ofrecí mi opinión, pero seis meses después, él y su socio me invitaron formalmente a integrarme al proyecto. A partir de ahí comenzamos a construir desde cero lo que hoy es Cosméticos Kénos.
¿Cuáles fueron los principales desafíos que enfrentaste al iniciar el emprendimiento y cómo los superaste?
Como en muchos emprendimientos, uno de los principales desafíos fue el financiamiento. Al comienzo disponíamos de muy pocos recursos, así que dedicamos gran parte de nuestro tiempo a postular a fondos públicos, como los de CORFO y Startup Chile. Esto implicó aprender a elaborar formularios, grabar videos y preparar presentaciones atractivas que mostraran el valor del proyecto.
Gracias a estos esfuerzos, logramos obtener financiamiento de Startup Chile, lo que nos permitió fabricar nuestros productos en un laboratorio autorizado por el ISP y dejar atrás los procesos artesanales. Otro gran desafío fue la venta online. Aunque tenía una formación en ingeniería comercial, no sabía cómo desarrollar un e-commerce, cómo atraer tráfico a una página web o cómo diseñar campañas publicitarias eficaces. Por ello, decidí aprender todo lo necesario por mi cuenta y me dediqué durante mucho tiempo a buscar información, referentes y capacitarme en marketing digital, publicidad, mailing y diseño web.

La sostenibilidad es un eje clave hoy en día. ¿Cómo aseguran que el proceso de producción de sus cosméticos sea amigable con el medioambiente?
Desde el inicio supimos que no podíamos mirar hacia otro lado respecto al impacto ambiental. Queríamos que, en la medida de lo posible, nuestras operaciones fueran responsables con el entorno. Hoy en día trabajamos con lana certificada proveniente de la región de Aysén, la cual es recolectada por un emprendimiento liderado por mujeres, en colaboración con pequeñas estancias familiares.
Asimismo, desarrollamos un proceso de extracción de queratina de alto rendimiento para minimizar los residuos. Recientemente obtuvimos un fondo de Innova Región que nos permitirá implementar un método de extracción aún más sustentable, capaz de reutilizar insumos casi infinitamente.
Por otro lado, compensamos el 100% del plástico que ponemos en circulación gracias a nuestra alianza con la organización Todo Reciclamos. Además, trabajamos con Fundación Reforestemos, a través de la cual hemos financiado la plantación de más de 600 árboles nativos.
¿Qué distingue a Cosméticos Kénos en un mercado tan competitivo como el de la cosmética?
Son varios los aspectos que nos diferencian. Uno de ellos es el enfoque territorial: todo en Kénos tiene su origen en la Patagonia. Uno de mis socios es de Punta Arenas y desde allí vimos un potencial inmenso en ingredientes como el calafate y la lana de oveja. Esa identidad territorial es parte esencial de nuestra marca.
Otro aspecto diferenciador es la ciencia detrás de nuestros productos. Cuando diseñamos un producto, entregamos a nuestros bioquímicos un briefing detallado con las concentraciones mínimas necesarias para lograr efectos reales. Queremos que cada ingrediente cumpla una función concreta, no solo que aparezca en la etiqueta como estrategia de marketing.
¿Cuáles son tus proyecciones para los próximos cinco años y cómo planeas seguir innovando?
Tenemos muchos planes a mediano plazo. Hasta ahora nos hemos enfocado principalmente en productos para el rostro, pero queremos expandirnos a otras categorías como el cuidado corporal y capilar.
Por supuesto, todo esto requiere formar un equipo sólido y comprometido. Para crecer, hay que saber delegar y rodearse de personas que dominen áreas que uno no necesariamente maneja.
Uno de nuestros principales desafíos sigue siendo la competencia con grandes marcas, que muchas veces tienen un posicionamiento automático en la mente del consumidor. Frente a eso, creemos que la clave está en comunicar de manera honesta y transparente quiénes somos y qué hacemos. Desde el inicio he intentado mantener una conexión directa con nuestros clientes, respondiendo correos personalmente y apareciendo en nuestras redes sociales. Mostrar a la persona detrás de la marca genera una relación diferente con la audiencia.
Finalmente, ¿qué mensaje entregarías a quienes están pensando en emprender en el rubro de la sostenibilidad o en general?
Emprender no es fácil, pero tampoco lo es trabajar toda la vida en algo que no te apasiona. Si vas a dedicar tu energía, que sea a algo que realmente te motive. Y si tu emprendimiento busca aportar a un mundo más sostenible, mejor aún. Lo importante es hacer las cosas con sentido y no tener miedo de mostrarse.
La clave es construir una marca auténtica, generar relaciones humanas reales y marcar una diferencia, aunque al principio parezca pequeña. Eso, con perseverancia y visión, termina generando un impacto mayor al que uno imagina.
La historia de Ignacio Barros y Cosméticos Kénos es un claro ejemplo de cómo la innovación, la conciencia ambiental y la perseverancia pueden converger para dar vida a un emprendimiento con propósito. Desde sus inicios inesperados hasta convertirse en una marca que destaca por su identidad patagónica y su compromiso con la sustentabilidad, Kénos representa el espíritu de una nueva generación de emprendedores: creativos, responsables y profundamente conectados con las necesidades del entorno.
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